miércoles, 28 de diciembre de 2011

Hago de cuenta que me abro
Desde el ojo izquierdo
Hasta el empeine del pie derecho
Y ahí las semillas
Un solo surco donde se vierten todas ellas
Para dejar florecer madreselvas.

Hago de cuenta que no escuche lo último que dijimos
Y dejo que me sorprenda
Mientras crecen flores extrañas en el pecho
Se turba tu mirada con los desechos
Del fuego que prendiste anoche.

Hago de cuenta que nos iluminan esas velas
Y me aferro al borde de tu cama derramando hojas secas
Hojas que caen multiplicándose en tu alfombra
Donde habita
Vaya a saber qué cosa.

Hago de cuenta que por esa ventana no entran sombras
Ni me mira tu vecino mudo
Pero dudo
Siento el frio que se filtra
Y le doy mi espalda afiebrada

Como una enredadera
Las vertebras van cubriendo tu pieza
Y todo se funde
En una arquitectura viviente
En una selva siniestra

Hago de cuenta
Que no te das cuenta
De lo que sucede.

Es inminente.


Lucia Giacondino 17 de diciembre de 2011

jueves, 8 de diciembre de 2011

Cuando él me nombra
Cuando salgo yo de su boca
Todo es más dulce.
Porque tiene todo eso que me hace nacer y morir
Me desteje y me descifra
Y quedo encandilada…
Intentando salir ilesa de su mirada
Siempre pierdo.

 El reúne esos gestos intensos,
Y cuando le cuento que me voy o que envejezco,
Se ríe.
Y me diluyo en el con todos mis pliegues.
Y  me alcanza con eso para recordarme por completo.
Para armarme de nuevo
Contra todo y sin nada
Nada más que esas dos palabras
Saliendo de su boca.

Porque tiene esos ademanes peculiares
Esa forma de transformarlo todo en señales
Para que yo analice.

Y como un rompecabezas roto
Sé que no es perfecto
Pero todo
Absolutamente todo
Encaja conmigo…

Un ingenio a toda prueba
Unos brazos fuertes
Una carcajada
Una cavidad torácica inmensa
Donde alberga
Ese corazón.
Porque me reconozco en sus lunares
Y en el olor de su cuello.
Todavía no entiendo
No sé como hacía yo…
No sé como sonreía
No sé cómo me abrigaba
No sé cómo podía
Consolar el alma
Sin esa piel.

Siempre escribí poemas de amor
(Cursilería y dilemas…)
Porque no habría de hacerlo hoy
Ahogada en el intento de serenarme
Hasta la próxima vez que te vea…




Lucia Giacondino 4 de diciembre 2011

domingo, 4 de diciembre de 2011

Estoy publicada...
Que naveguen por tu cuerpo
Estas palabras necias
Que te recorran letra por letra
Que se destrocen como un velero en la tormenta
Y yo te rearmo
Yo enhebro las dudas de tus retazos
Las coso a mano
Como un telar en los pedazos
De tu espalda
Y que se claven en tu sien
Estos pensamientos mezquinos
Que se enreden en tus cejas llenas
En tus ojos marrones
En tus pecas
Y que te persigan dulcemente
Como miles de peces
A la carnada
Que te lleve el mar
Y que te traiga
Que te revuelque destrozado de estos pensamientos
Que te invadan
Que tus pasos me encuentren
Que te crezcan alas
Que sobrevueles la costa fría
Y que la noche sea cálida
Para que pueda mantenerte en cautiverio
Bajo la luna


Así tengo yo la descripción exacta
El inventario minucioso
De esta obsesión excelsa
Así mis manos terminan en tus manos y viceversa

Que nunca se termine el océano
Que nunca envejezca
Que nunca contemos los años
Que nunca se ahogue en la espera
Que naveguen por tu cuerpo
Estas palabras
Que crezcan
Que te recorran las silabas rotas de mi vehemencia
Que se fusionen todos los conceptos
Como la hiedra
Que me encuentres mientras te busco y viceversa.



Lucia Giacondino 21 de noviembre de 2011



miércoles, 9 de noviembre de 2011

Abre y cierra en un segundo
En la millonésima parte de un segundo
Y en ese instante te roba un pestañeo
Un ademan fugaz
Ese suspiro.
Un pequeño agujero
Finamente estudiado
Oportunamente clasificado
Para su uso habitual
Sin imaginar
En realidad
En manos de quien caerá
Bajo que reglas tendrá que jugar
Por cuál de las miradas estará cercenada su diversidad.
En ese segundo
En que mecánicamente
Se cierra y capta la luz
Capta tu mirada
Capta mi mirada
Rompe un espejo
El concepto de un espejo
Y todos los conceptos de tiempo también
Raya el reloj
Lo distrae impunemente
Te roba una sonrisa
El alma
La carcajada.
Es el tercero en la frente
El que encadena el alma y la mente
En una imagen.
Y te revuelca de luz
Y te embadurna de sonido
Un click
Dos click
Y ya no estás más ahí
Estas acá
En cualquier papel
En mi memoria digital
Con todas tus historias en la cara
En la pose
En el enfoque
En la cadencia
En la nada.

Es como tener en las manos los ojos
Como hacer de todo
Algo propio

Aberrante
Loco
Insignificante
Maravilloso

Mío.
De otros.



Lucia Giacondino 9 de noviembre 2011

sábado, 29 de octubre de 2011

Tengo guardadas esas cartas en una carpeta bien archivada
Al fondo de un cajón
Te las había escrito enojada
Enamorada
Estupidizada
Buscando respuestas que morían en mis ansias
Tengo ahí mismo la sangre coagulada
De los días en la espera
Cuando las articulaciones se me retorcían por una palabra


Te escucho de vez en cuando
Conservo los mensajes en el contestador
Están grabados en un casette viejo
Ese que casi se cae del balcón
Cuando no llegaste
Y lo repito en cámara lenta
Lo repito rápido
Con espasmos
Los mismos que me hacían reventar las arterias a gritos


Tengo una foto de nosotros
Vos con los ojos cerrados
Yo con una sonrisa idiota
Una sonrisa rellenada de cosas que no me dabas


Ahora tenés todo abierto nene
Sos como un bar 24 horas
Te toca el timbre cualquiera y lo atendés en pantuflas
No tenés seguridad en la puerta
Ni horario de cierre
Tenes todo en las manos nene
Las tetas de una pendeja virgen
Los ojos de un viejo triste
Y algunos sueños absurdos que enumeramos


Igual ya no me acuerdo de nada
Las cartas fueron producto de vaya a saber qué santo cristiano
Las voces en el teléfono fueron después que volvieras de Plutón
Abducido extrañamente  quisiste  recorrerme
Con un discurso falso


Ya no tomo ni me embriago en la barra de tu bar
Mande al carajo el horario de protección al menor
Y te grite obscenidades en la ventana
Te insulte con todas mis ganas
Porque a mi criterio
Fuiste un cretino
Un pelotudo


Un soñador obsecuente
Tratando de compensar la balanza con muchísimas mentiras que yo compre


Es hora de que cierre ese cajón
Y la puerta de la habitación
Dejando el casette
Dejándote
A un lado


Me quedo con la foto
A modo de recordatorio
Para momentos de emergencia
Aunque dudo encontrar algún día
A un boludo que te supere en indecencia…


Solo basta prender un fosforo y apoyarlo sobre la mesa.


Después de todo no hay nada que el fuego no solucione
Y te aseguro
Que de este fuego
No quedaran cenizas.





Lucia Giacondino 29 de octubre de 2011

martes, 27 de septiembre de 2011

Declaración de histeria

Soy igual a todas las demás
Y no soy normal
Y tengo también una obsesión enferma,
Avisar,
Con detalle
Lo malo que podría ser esto.
Hoy quiero aquello
Mañana no lo quiero.
Hoy busco tus manos sobre mi cuerpo
Mañana los besos aquellos
Y quizás no me dure nada esta certeza.
Porque no se siquiera que es lo que intento
Apartarte
Atraerte
Escupirte
Anhelarte.
No tenerte.
Me declaro incapacitada
Inexperta
Errante.
Soy igual a todas tus amantes
Pero no soy normal.
Y tengo este reflejo autoboicot
Y esta sed de incertidumbre
Por lo que podría ser.
Me declaro perdida
Oficialmente extraviada.
Me declaro mujer posmoderna
Aberrante y equivocada.
Que se yo.
Ya no creo en los cuentos de hadas
Llene el formulario para comprar esta decencia desmantelada.
Apoyo la cabeza en la almohada
Duermo en mis dudas
Hasta mañana.
Hasta que lo olvides.
Hasta que te espante y me invadas.
Hasta que deje de buscar la coherencia
En este piyama a rayas.
Me voy
Me quedo
Basta.




Lucia Giacondino 15 ago. 11

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Estar en la fiesta que no admite invitados (sentate conmigo...)
La revolución en su punto exacto.
Ese nombre que ahora es otro nombre
Sin la letra muda.
Es la única diferencia sustancial  en apariencia,
Después de esa biopsia hay montones de cosas
Pilones
Llanuras espesas, sol y cosecha.
La cornisa de todo
El centro de todo
Y este concepto es tan flexible que por ejemplo:
Se puede doblar de afuera hacia adentro
Sin rasgar el borde siquiera.
Ese nombre
El hombre
Y los giros de ciento ochenta.
Ahora, que las yemas se hagan llamas
Que las cuerdas y las caminatas
Suenen a unísono
En serenata.
Que brille el eco de un espasmo
En esta noche afiebrada.
Y brindemos por todo esto.
O no brindemos nada.

Lucia Giacondino 7 de septiembre 2011

jueves, 25 de agosto de 2011

Mi Silencio



Mi silencio
Dicen todos:
“tu silencio”
Y me acribillan.

Mi silencio
Me preguntas
“no hay respuesta”
Te diría…

"Mi silencio..."
Te contesto,
Pero insistes:
“tu silencio un puerto inmenso”
“tu silencio, el mar entero”.

Mi silencio
Aquel  cemento
Separándome de aquellos.

Mi silencio
Dicen todos
Y preguntan si es mi modo de huir.

“mi silencio” les contesto
“es mi manera de seguir,
De no flaquear,
De construirme un mañana.”

Mi silencio se desangra
Mi silencio
Dicen todos
“tu silencio es la distancia”.


Lucia Giacondino 19 de mayo del 2007

martes, 9 de agosto de 2011

Gente

No  había ningún objeto sobre la mesa, estaba limpio desde el día anterior. El cuento a medio empezar titilaba en un archivo perdido, grabado en una carpeta anónima. Ahora había que ultimar detalles, evitar situaciones de encuentro, fugarse lo antes posible.
Tanteaba en la oscuridad el último cigarro. Lo prendía con el encendedor a bencina y los dedos trémulos. Se había vuelto adicto a eso. A la huida. A la despedida nocturna. A la pérdida calculada. No negociaría con ningún llanto teatralizado ni con ningún pedido de presencia.
Dejaría esta vez, sin embargo, con una certeza irrefutable, el espacio vacío, limpio y ordenado para que no hubiera reproches posteriores.
La ultima pitada. Un sorbo agrio.la pasión dañina bien alimentada.
Eso sí, cerrar herméticamente todo. Cerrarlo frenéticamente. Cerrarlo, si fuera posible, hasta que la tuerca se falseara de manera irreparable.
Hacia frio, el viento y la lluvia de un verano podrido en rutina. Un verano en la costa fría.
Tanteo el picaporte y con sorpresa noto al abrir que era de noche. El tiempo había pasado como un gato asustado sobre la avenida.
La llave en la maceta de siempre. La reja entre abierta.
Se detuvo para darle una última mirada.
Un reflejo dorado al fondo del patio lo hizo retroceder bruscamente. Los puños apretados y el pecho lentamente mutaba en un reloj descontrolado. Taquicardia.
Un llanto leve.
Algo parecía no estar diagramado como en su mente. Algo se escapaba de la estadística. Y no erraba.
Ese algo era ella que, enfurecida, le asestaba un golpe seco en la frente.
Ahora todo se nublaba en cámara lenta, un hilo húmedo brotaba de la herida. Con la yema de los dedos corroboraba tristemente lo que ella habría anunciado un tiempo atrás entre las sabanas de aquella cama de hotel: “Yo no soy como toda la gente, tengo una forma particular de entender estas cosas. Ya me dolió muchas veces y nunca pude volverlos a ver cada vez que me dejaban. Vos sabes cómo es esto, la ausencia mata.”
Tenían algo en común, ni él ni ella querían negociar la manera en que se despedirían…




Lucia Giacondino 

domingo, 7 de agosto de 2011

Irresponsable

No es capricho
Estoy lejos
Estoy en Arabia Saudita
Vestida de sudaca
Tomándome un tren
Llegando tarde a algún lugar
Como siempre.
Estoy comprándome un gorro peludo en Berlín
Ahora charlando con un vietnamita
Pidiéndole la hora
Olvidando alguna cita
Que tenía programada
Como siempre.
No es contra vos
Es de siempre
Me cuesta estar en el mismo país
En el que vive el resto de la gente
Por lo general estoy transmigrando
A lo largo de algún meridiano desconocido
Y soy impuntual
Y mi palabra no vale nada
Mi palabra de estar ahí
En el mismo espacio-tiempo
Compartiendo un café o unos besos
Es una promesa fatua.
No es por vos ni para vos
Esta inconsistencia
Esta reticencia a la sociedad cercana
La verdad, piso las veredas de costado
Por que las veo transfiguradas
Como te veo a vos
Totalmente ajeno
Multiplicado
En llamas.
Como los veo a todos
Tomando el subte
En la misma parada
Y yo acá
Viajando.
Perdiendo alguna cita pre fijada
Como siempre.


No me lo reproches por favor
Eso me entorpece
Es la mochila en el hombro que dejas en el aeropuerto
Cuando ya llegaste al límite de carga.
Es ese hastió de verte
En la agonía perfecta que te causan mis palabras.
Hoy no voy.
Dejame errada.
Deja de colgarme el teléfono.
No somos nada.
Cuando vuelva de ese país sin nombre
Arreglaremos otra cita prefabricada
Arreglaremos otra muerte de calendario
Nos veremos estas caras
Como siempre
Para “ver qué pasa”.




Lucia Giacondino 

lunes, 25 de julio de 2011

La luz era una violenta correntada salida de aquel farol
Apretaba en el pecho una extraña sensación
Algo se escapaba por la bocacalle

El reloj marcaba un horario
La razón decía lo contrario
Estaba aquella lucha interna llena de incredulidad

Se dejaba mirar

Algo presentía en el estomago
Una sensación de apuro
Un apremio por buscar la salida

Hacia lo que debía
Esperaba inmóvil
Alumbrado por la impertinencia de ese farol
Se revolvía algo en su interior
El corazón latía acelerado
La respiración se entrecortaba
La propia sombra estaba pálida


Lentamente se dejaba caer
Lentamente
Se llenaba de culpa
Y olvidaba el deber
Mil historias pasadas poblaban su mente
Miles de escenas enceguecían su mirada

Se dejaba mirar

Había llegado la hora
Había llegado el final.



Lucia Giacondino 13 de julio de 2010




domingo, 24 de julio de 2011

Me querés morder, arrancarme un pedazo de piel, dejarme sangrando, con un último aliento y los ojos hinchados. Me querés llevar, arrastrar por un empedrado, relamiéndote los labios, apurando el paso. Me querés frotar y romper. Probar y tirar. Me querés atar  a la pata de una mesa y darme de comer las sobras de la cena, una vez al mes. Decís que me queres. Y estoy segura de que me querés.
Me querés moldear, retorcer. Me querés vestir y desvestir. Llevar y traer. Me querés exhibir como un trofeo nuevo en tu vitrina, me querés lustrar y perder. Me querés ofrecer al mejor postor. Me querés poner una correa de ahorque y tironear como un salvaje después. Me querés tener, matar a los que me vieron alguna vez y meterme entre tus  buitres. Y que me picoteen con saña .Y que me encadenen en una habitación sin ventanas. Y que me corten la piel con una navaja, organizándose por turnos, que me llenen de insultos y halagos. Decís que me querés integrar. Y estoy segura de que en realidad, me desintegro.
Me querés violentar, arañar, violar. Me querés llevar hasta un cumulo de sensaciones que decís que sabes proporcionar. Y me miras fijamente. Diciendo que me queres. Y yo estoy segura de que me querés.
Me querés lamer la punta de los pies, me querés tocar como un ciego que se quiere reconocer entre mis muslos. Me querés raptar y drogar. Me querés acariciar y asesinar. Y repetís diez veces más.


Y yo sé que me querés.


Sé que te gustaría desmembrarme y rearmarme.


Sé que te gustaría poseerme y desarticularme.


Y lo que te pone asi, es saber que me querés.


Es saber que yo lo sé.

viernes, 15 de julio de 2011

Sera cuestión, quizás, de tirar las palabras como los dados. Dejar de encadenarlas como eslabones, dejar de tejerlas como telares extraños. Sera cuestión de manifestarse absurdo y errado, roto, disconforme, quebrado. Habrá que crear de ahora en más seres deformados, personajes sin rostro, rimas disonantes, asesinatos y abortos. Habrá que colgarse en la frente el retrato de un buey, o la cabeza de un buey por la que corra todavía un hilo de sangre.
Ya nadie escucha a los pájaros hoy, ya nadie sueña. Somos todos dueños de esta pesadilla y la escribimos mientras nos relamemos los labios agrios. Somos todos equilibristas mancos, todos mounstros, todos raros.
Habrá que dejar de escribir de ciertas cosas, dejar la coherencia, matar un gato y exhibirlo en una feria, colgando de la cola. Nos vamos a terminar refregando la mugre de las bocacalles, vamos a encontrar el fin en cualquier bala de plomo alquilada, vamos a irnos todos los locos de la mano a recibir un premio, un galardón a lo absurdo y a lo paupérrimo.
A mí no me sienta bien vomitar sobre tu sangre, a mí, no me gusta tu arte.
Sera cuestión de tambalearse, de provocarse una enfermedad terminal a fuerza de letras, de palabras, de suaves ingestas de cianuro.

Al menos ahora todos sabemos que no estamos solos, cuando los ojos se desorbitan, tus ojos son mis ojos. Cuando araño la espalda áspera del infinito, la arañas conmigo. Y somos todos muertos gentiles que nos saludamos.

Somos todos lo mismo. Pero no somos iguales.

viernes, 8 de julio de 2011

Porque los caminos tortuosos no terminan
Nacen, crecen y se multiplican
Porque no encuentro rayuelas en las veredas
Que no alberguen ecuaciones secretas
Y preguntas infinitas…


Lucia Giacondino 27 de octubre 2006

lunes, 27 de junio de 2011

Jugamos
Sin saber que podríamos causarnos
Tanto daño.

Subimos los peldaños
Pensando en un ascenso infinito
Pero no contemplamos
La posibilidad del abismo

Jugamos
Sin pensar en que podíamos
Volvernos tan extraños…

Que nuestros labios
Podían secarse con un beso.

Jugamos
Sin querer querernos
Sin saber que al final del día
Era el amor quien nos tomaría de rehenes
Para dejarnos sin tregua

Jugamos
En esta enorme selva


De sentimientos.


Lucia Giacondino 26 de agosto de 2009

sábado, 25 de junio de 2011

Y era de esperarse.
Los pliegues de las sabanas antes de arrugarse.
Las comas y los puntos finales.
La repetición de una frase
Inconclusa
Y de una pregunta
En la sangre.
Era de esperarse.
El musculo retorcido.
Las venas que arden.
La garganta muda
Y el arte de escaparse.
Era de esperarse.
El pecho agitado.
Las cuerdas.
Los bares.
Las promesas vehementes.
Los amaneceres surreales.
Y las uñas sucias.
Era de esperarse.
Que brotara el defecto.
Que se aglutinara la sangre
Que surgieran los hechos
Por sobre las rimas y el arte.
Que no se pueda odiar
Que tampoco haya posibilidades de justificación
Que el verbo sea siniestro y sórdido
Que no haya compañías hoy.
Era de esperarse.
Una gota de sudor en la espalda.
Una lengua mordaz
Jugando a encerrarse.

Porque se enciende y es irremplazable
Arrasa impío
Como el huracán de una voz implacable
Era de esperarse.

Todo tiene un vaivén
Toda regla sigue su parte
Toda parte tiene su riesgo
Como el fuego a extinguirse
Como el lago a secarse
Como el oxigeno a consumirse
Como las cenizas a disiparse.

Esas personalidades inverosímiles
Que solían inventarse
Fueron poco a poco suicidándose.

Era de esperarse.




Lucia Giacondino 25 de junio de 2011