jueves, 19 de abril de 2012

Miedo
Que hace a las uñas desaparecer.
Que deja los dedos deformes, amputados.

La bifurcada con miedo.
La cena con miedo.
El desayuno, dudando
El trabajo, pensando
Las manos sangrando de miedo.

Miedo.
Ocho meteoritos estallando en el cuerpo.
La sinapsis más rápida.
El nervio más agudo.
La nota más alta
En el instrumento más hiriente.

Miedo.
La persecución de la noche y la percepción alterada.
Los rasguños en la espalda propagándose como una migraña.

Ser el absurdo concepto inapelable.
Porque todo es inapelable cuando hay miedo.
Cuando contamos los días lentamente
Una raya en la pared
Dos
Tres
La cruza un día y después
El miedo.
El sospechoso asechador de la conciencia
El que mide con su vara todos los movimientos
El que se clava en la espalda
Provoca un pinzamiento
Después el mareo
El vértigo.

Miedo.
Miedo sucio y viejo.
Miedo encarnado en las articulaciones del pensamiento.

Miedo.
Una y otra vez, como reflejándose en el espejo roto de la superstición.
Miedo enfermo e incontrolable.
Garganta muda.
Viseras miserables.

Hundirse por completo en el.
Intransitable.
Nadar en el.
Agitarse.

Todos somos presos del silencio de la duda.
El punto de partida y el desenlace
Son un lugar común.


Lucia Giacondino. 14 de octubre de 2011

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